¿Y SI ENSEÑAMOS CÓMO REALMENTE SE APRENDE?
A veces me pasa…estoy en mitad de una clase y me pregunto si mis alumnos me están escuchando o solo están mirando. ¿Te ha pasado también?
No es que no les interese… es que el cerebro no funciona como nos contaron. Aprendemos cuando algo nos emociona, cuando nos toca, cuando nos conecta con algo que ya conocemos.
Entonces, ¿por qué seguimos enseñando con largas explicaciones, libros cerrados y tanto contenido que se olvida al día siguiente?
Tres cosas pequeñas que cambian todo:
Crea una emoción al empezar la clase.
No empieces con el “abrid el libro por la página 32”. Pregunta algo que despierte:
– ¿Alguna vez te sentiste invisible?
– ¿Qué harías si fueras presidente un día?
– ¿Sabías que tu cerebro cambia mientras lees esto?
Eso despierta la atención. Y la atención, es la puerta al aprendizaje.
Usa pausas.
No sigas hablando 40 minutos sin parar. Cada 10-15 minutos, para. Hazles estirarse, cerrar los ojos, cambiar de sitio, reírse. Parece poco, pero le das aire al cerebro.
Enseña con errores, no a pesar de ellos.
Cuando un alumno se equivoca, es oro puro. Ahí se abre una ventana para aprender. No lo cierres con un “eso está mal”, ábrela con un “veamos por qué lo pensaste así”.
