¿Qué es un neuromito?
Un neuromito es una creencia que parece estar basada en la neurociencia, pero que ha sido malinterpretada, distorsionada o simplemente inventada.
Suena técnico, pero falso. Suena convincente, pero confunde.
Y cuando se instala en la educación, condiciona prácticas que pueden resultar ineficaces, limitantes o incluso dañinas.
Neuromitos comunes … y por qué no debemos seguir creyéndolos
“Solo usamos el 10% del cerebro”
Falso.
Las técnicas de neuroimagen muestran que usamos todas las áreas cerebrales, aunque no todas al mismo tiempo. El cerebro está activo incluso cuando descansamos. Este mito subestima la riqueza de nuestra actividad cerebral real.
“Las personas son visuales, auditivas o kinestésicas”
Falso.
Aunque todos tenemos preferencias, la investigación ha demostrado que enseñar según el supuesto “estilo de aprendizaje” no mejora el rendimiento. De hecho, puede limitar la experiencia educativa al encasillar a los estudiantes.
“El hemisferio derecho es creativo y el izquierdo lógico”
Falso (aunque con matices).
Ambos hemisferios trabajan en conjunto en casi todas las tareas cognitivas. La idea de que una persona es “más hemisferio derecho o izquierdo” no tiene respaldo científico.
“Escuchar música clásica hace a los niños más inteligentes”
El famoso “efecto Mozart” fue malinterpretado.
Escuchar música puede mejorar temporalmente ciertas tareas cognitivas, pero no aumenta la inteligencia. La música tiene un enorme valor educativo y emocional, pero no por ese motivo.
“Cada niño aprende mejor si le enseñas según su estilo”
Falso.
No hay pruebas sólidas que respalden que adaptar la enseñanza al estilo perceptivo de cada estudiante (visual, auditivo, etc.) mejore el aprendizaje. Lo que sí sabemos es que aprender mejor implica variedad, emoción, contexto y significado.
¿Por qué nos creemos los neuromitos
Porque nos seduce lo que parece científico. Porque queremos soluciones simples a problemas complejos. Porque muchas veces nos enseñan estos mitos en formaciones poco rigurosas.
Y porque, con frecuencia, no tenemos acceso directo a la ciencia o no sabemos interpretarla con herramientas críticas.
¿Y entonces, qué podemos hacer?
- Cuestionar con humildad. Dudar no es debilidad. Es señal de pensamiento profundo.
- Formarnos con fuentes fiables. Libros, artículos, divulgadores y profesionales serios.
- Hablar con precisión. Nombrar bien es entender mejor.
- Educar desde la honestidad. No todo lo nuevo es verdadero. No todo lo antiguo es falso.
- Enseñar ciencia, no ficción.
Educar también es desmitificar
La neurociencia tiene un valor inmenso para la educación. Pero solo si la usamos bien. Solo si evitamos el reduccionismo. Solo si entendemos que no se trata de “neuroespectáculo”, sino de comprender para transformar.
No necesitamos adornar nuestras prácticas con palabras cerebrales para que tengan valor.
Lo que necesitamos es compromiso con la verdad, con la duda, con el aprendizaje continuo.
Y tú, ¿qué neuromito has escuchado más veces en el aula?
¿Te has sorprendido al descubrir que algo que dabas por cierto… no lo era?