Cuando educamos, también entrenamos
Un niño que juega al fútbol aprende mucho más que a dar patadas a un balón. Entrena su atención, su toma de decisiones, su tolerancia a la frustración, su percepción espacial, su control emocional y su capacidad de trabajar en equipo.
Pero sobre todo, está entrenando su cerebro.
La práctica deportiva, bien entendida, es una de las actividades humanas más completas desde el punto de vista neuroeducativo. Y esto tiene una implicación directa para el mundo de la enseñanza: la neurodidáctica y el deporte no solo se relacionan, se necesitan mutuamente.
De la investigación personal al campo de juego
Quienes me conocen saben que me apasiona investigar. Me interesa especialmente comprender cómo se conectan la teoría y la práctica, cómo la ciencia se traduce en decisiones cotidianas, y cómo distintas disciplinas dialogan entre sí.
Fue así como, buceando entre publicaciones y experiencias, descubrí un manual breve pero profundamente valioso: La toma de decisiones en el terreno de juego, escrito por el entrenador profesional Jesús De la Torre Cuadrado.
Lo que me sorprendió no fue solo su enfoque práctico sobre el fútbol, sino su profunda conexión con principios neurocientíficos que suelo trabajar en el ámbito educativo. En sus páginas, Jesús De la Torre analiza cómo un jugador debe gestionar estímulos, tomar decisiones rápidas, inhibir impulsos y adaptarse al cambio con agilidad mental. Todo ello se describe desde una mirada muy coherente con lo que sabemos sobre funciones ejecutivas, cognición situada, toma de decisiones y entrenamiento del pensamiento estratégico.
Me pareció tan relevante que hoy quiero citarlo, porque su enfoque confirma lo que desde NeuroDidáctIA venimos defendiendo: el aprendizaje es un proceso integral donde el cuerpo, la mente y la emoción se entrenan al unísono.
Neurociencia en movimiento: cuando el cuerpo impulsa al cerebro
Numerosas investigaciones han demostrado que el movimiento, la emoción y el pensamiento no son procesos separados. Cuando un joven practica deporte, su cerebro se activa intensamente:
- Dopamina y serotonina, claves en la motivación.
- Hipocampo, implicado en la consolidación de la memoria.
- Funciones ejecutivas, como la planificación, la inhibición y la atención sostenida.
- Plasticidad cerebral, que permite la adaptación constante al entorno cambiante.
Como bien plantea Jesús De la Torre en su libro, la mente también se entrena. Y cuanto antes lo comprendamos —desde el aula, la familia o el entrenamiento deportivo—, mejor prepararemos a nuestros niños y jóvenes para afrontar la vida con recursos internos sólidos.
Cinco principios que la neurodidáctica toma del deporte
En NeuroDidáctIA aplicamos muchos de estos principios deportivos en nuestras formaciones, tanto con docentes como con familias. Estos son algunos de los más representativos:
- Repetición con intenciónComo un gesto técnico bien entrenado, el conocimiento necesita práctica significativa y contextualizada.
- Feedback inmediato y emocionalmente seguroNi castigo ni juicio. El cerebro aprende mejor cuando el error se convierte en posibilidad de mejora.
- Visualización mental como técnica de preparaciónAnticipar mentalmente lo que se va a hacer (una jugada, una exposición, una conversación) fortalece la respuesta real.
- Vínculo como base del rendimientoEn el deporte, nadie rinde sin equipo. En educación, nadie aprende sin vínculo.
- Resiliencia frente al errorEquivocarse no es fracasar. Es parte del entrenamiento cerebral y emocional.
Educar como quien entrena un equipo humano
Desde NeuroDidáctIA, trabajamos con estudiantes, docentes y familias para integrar estos principios en procesos educativos vivos, humanos y eficaces.
Como afirma Jesús De la Torre Cuadrado:
“El talento se entrena. La inteligencia se lee en el juego. Y el liderazgo comienza en la mente.”
Y desde nuestra experiencia, añadiríamos:
La educación del futuro también.
Enseñar y entrenar, dos caminos que se cruzan
El deporte nos recuerda que no se aprende para competir, sino para crecer.
Y que no se entrena para ganar, sino para superarse.
Desde la neurodidáctica, retomamos esa sabiduría para aplicarla en las aulas, en casa y en todos los espacios donde se construye el aprendizaje.
Porque enseñar también es entrenar. Y aprender también es jugar con sentido.
En NeuroDidáctIA estamos convencidos de que el cuerpo aprende, sí.
Pero también de que la mente se entrena.
Y que el corazón, en todo proceso educativo, no puede quedarse fuera.