AYUDAR CON LOS DEBERES: SÍ, ES POSIBLE

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¿Tu hijo te pide ayuda con los deberes y la tarde acaba en discusión? No estás solo. Este artículo te acompaña paso a paso para convertir ese momento de tensión en una oportunidad de conexión. Con ideas sencillas, frases que ayudan y mucha empatía, descubrirás que no necesitas ser profesor, solo estar presente de verdad. Porque educar en casa también se trata de mirar, respirar… y volver a intentarlo con amor.

Tabla de contenidos

¿Has vivido esta escena?

– “Mamá, no entiendo esta tarea.”
– “A ver, ¿qué dice?”
– “¡Ya te dije que no entiendo!”
– “Pues si no te esfuerzas, no vas a aprender nada.”
Y ahí estamos: frustración, gritos, culpa. Otra tarde de deberes que acaba mal.

Respira. No estás sola. No estás solo. Nos pasa a todos.

Vamos a cambiar el enfoque

No tienes que ser maestra ni psicólogo. Solo tienes que ser esa presencia tranquila que acompaña sin resolverlo todo.
Porque tus hijos no necesitan que les expliques los deberes. Necesitan que los mires sin juicio. Que les digas: “Estoy aquí, vamos a intentarlo.”

Tres ideas que ayudan de verdad:

Crea una rutina de estudio con pausa y juego.
15 minutos de deberes. 5 minutos de pausa. Y después, que te cuenten qué aprendieron. Aunque sea un dibujo, una frase, una pregunta.

Cambia tus frases.
En lugar de “te lo dije”, prueba con “vamos a ver qué parte no quedó clara”. En lugar de “esto es fácil”, di: “hay cosas que parecen difíciles al principio, pero tú puedes.”

Acompaña sin controlar.
Puedes estar cerca, sin estar encima. A veces con solo quedarte en la mesa mientras ellos estudian, ya se sienten más seguros.

Cuando lleguen los deberes, no entres en modo examen. Entra en modo conexión.
Y si un día sale mal… mañana lo volvemos a intentar. Sin culpa. Con cariño.

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