EN CASA TAMBIÉN SE APRENDE
¿Sabes qué he descubierto con el tiempo? Que no hace falta ser maestra para enseñar en casa. Basta con estar ahí, con paciencia, con escucha… y con mucho amor. Porque sí, como madres y padres también somos educadores, aunque no tengamos pizarras ni horarios oficiales. Acompañar el aprendizaje de nuestros hijos a veces puede ser agotador. Lo entiendo. Yo también he tenido días en los que he pensado: «¿Lo estaré haciendo bien?», «¿Por qué no se concentra?», «¿Cómo le explico esto sin que terminemos enfadados?»…Y es normal sentirnos así. Nadie nos enseñó a ser guías emocionales, tutores académicos y sostenes incondicionales al mismo tiempo. Pero poco a poco vamos aprendiendo.
Aquí te comparto tres situaciones que vivimos muchas familias… y algunas ideas que a mí me han funcionado:
«No se concentra más de diez minutos.»
A veces creemos que tiene un problema, pero no es así: su cerebro está en desarrollo. La atención no se impone, se cultiva.
¿Qué puedes hacer? Prueba con tiempos cortos de estudio (15-20 minutos) y luego haz una pausa activa. Una canción, un estiramiento, un pequeño baile. Después, vuelve. Funciona mucho mejor que estar dos horas insistiendo y discutiendo.
«Se frustra enseguida y dice que no puede.»
Uf, esta es dura. Porque verlo así duele. Pero es importante recordar que no es flojera, es inmadurez emocional. No saben gestionar aún lo que les pasa cuando algo no sale a la primera.
¿Qué puedes hacer? Cambia el “no puedes” por un “todavía no te sale”. Recuérdale que equivocarse no es fallar, sino avanzar. A veces basta con sentarnos a su lado y decir: «Estoy aquí, inténtalo otra vez.»
«No quiere estudiar solo.»
Y claro, se entiende. Estudiar puede parecer aburrido, difícil o incluso frustrante. Y ellos prefieren hacer lo que les da seguridad: estar contigo.
¿Qué puedes hacer? Haz que el estudio sea un momento compartido, no una obligación solitaria. Puedes sentarte a leer algo tuyo mientras él estudia, o acompañarlo solo los primeros minutos. A veces, lo que necesitan no es ayuda con los ejercicios… sino sentirse acompañados.
En casa no tenemos que ser perfectos. Solo presentes y aunque a veces dudemos, tus hijos no necesitan que sepas todas las respuestas. Solo que los mires, los escuches y les recuerdes que confías en ellos.