CUIDARTE
A veces nos pasa. Vamos en piloto automático. Entre el trabajo, la casa, los hijos, las responsabilidades, las reuniones, los pendientes, los imprevistos… y de repente un día nos damos cuenta de que nos hemos dejado para el final de la lista.
No sé tú, pero yo he tenido días en los que sentía que iba apagando fuegos mientras me consumía por dentro. Días en los que cuidé a todos menos a mí. Días en los que solo quería que alguien me dijera: “para un momento, tú también importas.”
Por eso nace este espacio. Porque tú también necesitas cuidar de ti.
Y no hablo de irte un fin de semana a un spa (aunque si puedes, adelante). Hablo de lo básico: reconocerte, escucharte, darte permiso, crecer sin presión, respirar sin culpa.
¿Por qué hablamos de desarrollo personal y profesional?
Porque las dos cosas están unidas. Porque si tú estás bien, si tú te sientes con energía, con sentido, con propósito… todo lo demás mejora.
- Te relacionas mejor.
- Enseñas mejor.
- Acompañas mejor.
- Duermes mejor (¡sí, eso también cuenta!).
- Te miras al espejo y te reconoces con más cariño.
Y eso, aunque parezca invisible, se nota. En tu casa, en tu trabajo, en tu mirada.
Tres cosas que me han ayudado a crecer sin dejarme de lado
1. Empezar a decir que no sin sentirme culpable.
Antes decía “sí” a todo: favores, compromisos, trabajos extra, reuniones fuera de hora… hasta que me pasaba factura.
Ahora aprendí a decir “hoy no puedo” o “necesito tiempo” sin sentir que estoy fallando. Porque poner límites también es una forma de cuidarse.
2. Regalarme ratitos solo para mí.
No hace falta una hora. A veces son 15 minutos para leer, caminar sin destino, escribir lo que siento, ver una serie sin multitareas, o simplemente no hacer nada. Y eso que parece pequeño, me reinicia por dentro.
3. Volver a aprender por placer, no por obligación.
Durante mucho tiempo solo estudiaba para cumplir, para sumar méritos, para “estar al día”. Hasta que redescubrí el placer de aprender porque me apasiona un tema, porque me hace pensar, porque me inspira. Y eso no solo me forma. Me transforma.
Porque cuidarte no es un lujo, es tu punto de partida.
Porque si tú creces, todo lo que tocas crece contigo.
Estamos aprendiendo a vivir mejor. Juntos.